Mayo/23 En esta ocasión, Forero analiza cómo los nuevos escenarios globales, como por ejemplo la inteligencia artificial, entre otros, están demandando nueva miradas para la gestión universitaria.
El titular de esta columna es una frase reiterada que ha sido sugerida, entre otros por la rectora de la Universidad Nacional de Colombia, Dolly Montoya y el exministro Mauricio Cárdenas en su reciente columna que ha reproducido El Observatorio de la Universidad Colombiana. Naturalmente que obliga a repensar el papel tradicional de la Universidad, introduciendo una condición indispensable de vínculo con pertinencia social para atender verdaderos desafíos que las sociedades deben resolver, encontrando en una organización del conocimiento, su principal aliada, interactuando con representantes de las sociedades: política, económica y civil, en un ecosistema regional.
Para la Universidad implica reformular su direccionamiento estratégico, sus planes de desarrollo y la manera como hace las cosas en una relación de interdependencia y diálogo de saberes con los diferentes actores sociales, muy centrada en medir sus acciones en términos de impacto. Esto naturalmente modifica el desenvolvimiento de las funciones sustantivas y la manera cómo se gestiona y gobierna una IES. Existen universidades de clase mundial, que, con su gran capacidad investigativa y científica, seguramente se ocupan de problemas complejos a nivel global. Pero una buena parte de las universidades de Iberoamérica, están insertas en realidades regionales que deben resolver problemas complejos específicos o deben propiciar políticas públicas que creen las condiciones para esta tarea.
Hay regiones, que ya están adelantando este accionar y con un liderazgo se han colocado a la vanguardia, anticipando un futuro que ya está presente, creando unas condiciones de un entorno regional muy dinámico que le genera nuevas fuerzas y oportunidades a las IES con vocación regional, en el marco de una operación como ecosistemas. A su vez están sirviendo de faro en temas complejos, rompiendo el monopolio de pensamiento que, por ejemplo, sobre tecnologías, imponen las grandes empresas globales o las consultoras internacionales que siguiendo a Mazzucato, se pueden convertir en una estafa, infantilizando a las administraciones públicas, haciéndolas incurrir en graves errores en las decisiones estratégicas, con altísimos costos sociales, económicos y ambientales.
El historiador James Poskett, señala que, en julio de 2017, el Partido Comunista Chino, desveló su “Plan de desarrollo de la Nueva Generación de Inteligencia Artificial” con el que se pretende convertir a China en el líder mundial en la investigación de IA en 2030 y prevé que en ese año las industrias de IA contribuirán con unos 146.000 millones de dólares a la economía China, ayudándole a “rejuvenecer la nación”.
Un caso, bastante bien documentado por uno de los académicos y emprendedores como Juan Carlos Casco, es la región de Extremadura en España, que acaba de expedir el Decreto – Ley 2 de 2003, 8 de marzo, de medidas urgentes de impulso a la inteligencia artificial, IA, en Extremadura. En un espíritu de democratizar la IA.
Explica que: Las leyes por sí mismas no obran milagros, ni transforman la realidad, pero si preparan el terreno para abrir el horizonte a los cambios necesarios. La fuerza del Decreto ley, está en qué, sin pretender legislar sobre cuestiones generales, si sienta las bases y establece una hoja de ruta que las administraciones, las empresas, los trabajadores, los jóvenes, los emprendedores, desempleados y la sociedad en su conjunto, permite avanzar de manera decidida en esta revolución de futuro que ya es presente.
El decreto ley, no solo garantiza la creación de oportunidades de inversión empresarial, sino que también garantiza que la sociedad pueda incorporarse a la IA con la formación y las habilidades necesarias para ello. Abre el camino para el desarrollo de la IA, en la región, generando las condiciones necesarias para su apropiación colectiva, por parte de las empresas, las instituciones y la sociedad en su conjunto.
La tecnología no es cosa solo de tecnólogos. Describe que la norma tiene unas principales consecuencias, a saber:
- En cuanto al crecimiento de la productividad y creación de riqueza
- En cuanto a su filosofía para aprovechar la IA en todas las políticas públicas
- En cuanto al aprovechamiento del capital intelectual de las lecciones aprendidas en la Estrategia de la sociedad de la información
- En cuanto a la anticipación de futuro
- En cuanto a su apropiación por parte del tejido productivo y social de la nueva tecnología.
Si examinamos con cuidado los actores más relevantes en un ecosistema de las regiones o subregiones de nuestros países, tendremos que reconocer que existen en cada una de ellas unas IES con vocación regional, que han construido una serie de capacidades que les permiten, no ser simples observadores de una realidad sino verdaderos protagonistas para liderar un proceso de inteligencia colectiva que permita que el territorio de influencia, tenga unas políticas públicas alrededor de problemas muy complejos, que requieren marcos normativos para ser aprovechados en su desarrollo futuro, como es el caso de la IA. De no hacerlo los costos sociales serán demasiado altos y como se ha repetido, no se trata de tener universidades exitosas en medio de sociedades fracasadas.
Así como temas de la agenda global como los ODS y la agenda 2030, promovida por Naciones Unidas, se termina concretando en el espacio regional, lo mismo sucede con fenómenos tan disruptivos como la IA, con sus peligros y sus oportunidades, en la medida que las regiones se prepararen aprovechando la capacidad y la posibilidad de conversación que tienen las IES y los nuevos espacios creados como las comisiones regionales de competitividad; los comités Universidad, empresa, Estado, los planes de desarrollo, que deberían ajustar sus agendas para definir de fondo asuntos cruciales como la IA, para resolver problemas complejos.
Haremos referencia en una siguiente columna, a otro problema complejo que puede propiciar ser resuelto por parte de las IES y que se relaciona totalmente con aspectos vitales para nuestros conciudadanos interesados en un desarrollo regional y sobre el cual ya estamos sufriendo los altos costos por no haberlo atendido debidamente.
Se trata del contrato social vigente entre el mundo rural y el mundo urbano, que estratégicamente cada vez más se relaciona con desafíos planetarios de orden: alimentario, sanitario, energético, ambiental, agua, cultural, turismo, economía experiencial, y de identidad regional incluida la anhelada paz en el caso de Colombia. Habrá que plantear un nuevo contrato social entre estos dos mundos, de manera más igualitaria con participación necesaria de la IA. Esa puede ser una gran tarea de la educación superior en diálogo de saberes con los actores locales, para resolver problemas complejos.